
Mientras gran parte de Occidente reduce su inversión en cooperación internacional, España refuerza su compromiso con África. En lugar de limitarse a contener la migración irregular, el gobierno español apuesta por una estrategia integral que combina desarrollo, diálogo y movilidad regulada.
Esta semana, Madrid acogió AfroMadrid2025, una conferencia respaldada por la Unión Africana que abordó justicia restaurativa y nuevos fondos de desarrollo. El evento refleja el giro diplomático que lidera el Ministerio de Asuntos Exteriores, con José Manuel Albares al frente, y que incluye nuevas embajadas en África subsahariana, alianzas educativas y un consejo asesor con mayoría africana.
A diferencia de otros países europeos, España no solo mantiene su presupuesto de cooperación, sino que lo orienta hacia soluciones estructurales. La migración circular, por ejemplo, permite a trabajadores africanos acceder a visados temporales para labores agrícolas, con retorno garantizado. Además, se financian programas de formación en países como Senegal para migrantes retornados, con el objetivo de generar oportunidades sostenibles en origen.
El enfoque español también se distancia en el tono. Frente a discursos hostiles, el gobierno reconoce las causas económicas que empujan a miles de personas a cruzar el mar hacia las Islas Canarias o el Estrecho de Gibraltar. Más de 45.000 lo hicieron en 2024, y las cifras de fallecidos oscilan entre 1.400 y más de 10.000, según distintas estimaciones.
Pedro Sánchez ha defendido públicamente que la migración no solo responde a principios éticos, sino también a razones económicas. “Es una cuestión de racionalidad”, afirmó durante su visita a Mauritania, donde también reforzó acuerdos bilaterales con Gambia y Senegal.
La estrategia España-África 2024–2027 sitúa al continente como prioridad geopolítica, junto con América Latina. El plan incluye cooperación en seguridad, transición energética, educación, igualdad de género y promoción del español. También respalda a la Unión Africana y a la CEDEAO, en un momento crítico tras la salida de Burkina Faso, Malí y Níger.
Históricamente, España centró su política exterior en América Latina y Medio Oriente. Hoy, como país europeo más próximo a África, reconoce que su estabilidad y desarrollo están directamente ligados al futuro del continente vecino.
En un contexto internacional marcado por el repliegue y la polarización, el lenguaje y las acciones de España ofrecen una alternativa: una política migratoria que busca equilibrio entre control, cooperación y dignidad.