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La cartografía digital como terreno de disputa política

Google ha sido señalado por su manejo ambivalente del conflicto territorial entre Marruecos y el Sáhara Occidental, una controversia que persiste desde hace medio siglo. En su plataforma Maps, el territorio aparece como parte de Marruecos cuando se accede desde ese país, mientras que en otras regiones se mantiene la línea punteada que indica su estatus de zona en disputa, conforme al derecho internacional.


Este doble tratamiento ha generado críticas por parte de activistas saharauis y analistas internacionales, quienes consideran que Google, al adaptar sus mapas según la ubicación del usuario, termina tomando partido en conflictos de soberanía. La empresa, por su parte, sostiene que sigue políticas locales y que no ha realizado cambios recientes en la representación del Sáhara Occidental.


Un conflicto sin resolución y una cartografía dividida.
El Sáhara Occidental fue colonia española hasta 1975. Tras la retirada de Madrid, Marruecos ocupó gran parte del territorio, mientras el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Desde entonces, el conflicto permanece congelado. El alto el fuego de 1991 prometía un referéndum de autodeterminación que nunca se celebró, y en 2020 se reanudaron las hostilidades.


Actualmente, Marruecos controla cerca del 80 % del territorio, separado por un muro de arena de 2.700 kilómetros. El resto está bajo control del Polisario. La reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que prioriza el plan de autonomía marroquí, ha sido interpretada como un respaldo diplomático, aunque no implica reconocimiento de soberanía.


Google Maps y la geopolítica digital.
La práctica de mostrar fronteras distintas según el país de acceso no es nueva. En Crimea, Cachemira, Taiwán y otros territorios en disputa, Google adapta sus mapas a las normativas locales. Sin embargo, esta flexibilidad plantea un dilema: ¿puede una empresa privada decidir qué límites territoriales mostrar?


Para muchos marroquíes, la desaparición de la línea punteada representa una validación simbólica de su integridad territorial. En contraste, los saharauis denuncian una “eliminación virtual” de su existencia. La controversia revela cómo las plataformas digitales se han convertido en actores geopolíticos, capaces de influir en la percepción global de los conflictos.

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