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El Ejército asume el control en Madagascar tras semanas de protestas juveniles

Madagascar atraviesa una nueva crisis política tras el anuncio del coronel Mickael Randrianirina, líder de la unidad militar CAPSAT, quien confirmó este martes la toma del poder por parte del Ejército. La acción se produce luego de semanas de manifestaciones masivas, principalmente lideradas por jóvenes, en contra del presidente Andry Rajoelina.


Desde las puertas del palacio presidencial en Antananarivo, Randrianirina declaró que las Fuerzas Armadas han suspendido las principales instituciones democráticas del país: el Senado, el Tribunal Constitucional, el Consejo Superior para la Defensa de la Democracia y del Estado de Derecho, así como la comisión electoral. Según el coronel, el objetivo es restablecer el orden y convocar elecciones en un plazo de dos años.


Un presidente destituido y en paradero desconocido
La intervención militar se produjo poco después de que el Parlamento votara a favor de destituir a Rajoelina, quien rechazó la decisión calificándola de “nula”. Su paradero es incierto: informes preliminares indican que habría abandonado el país en un avión militar francés, refugiándose en un lugar no revelado tras un presunto atentado en su contra.


Antes del golpe, el presidente había intentado disolver la Asamblea Nacional, anticipando la votación que buscaba removerlo del cargo. Hasta el momento, no ha emitido declaraciones públicas sobre los acontecimientos.


Expectativa ciudadana y despliegue militar
Desde la madrugada del lunes, los habitantes de la capital mostraban entusiasmo ante la posibilidad de un cambio político. El martes, tras el anuncio oficial del Ejército, vehículos blindados recorrieron las calles de Antananarivo. La población se alineó en las aceras, vitoreando a los militares, mientras algunos ciudadanos seguían el convoy tocando bocinas.


La Corte Constitucional confirmó el liderazgo del coronel Randrianirina y declaró vacantes los cargos de presidente y presidente del Senado, a pesar de que el Ejército ya había suspendido sus funciones.
Un país marcado por la pobreza y la inestabilidad


Madagascar, ubicada frente a la costa sureste de África, es la cuarta isla más grande del mundo. Su aislamiento geográfico ha favorecido una biodiversidad única, y su economía depende en parte de la producción de vainilla, introducida en el siglo XIX.


La isla fue colonia francesa hasta 1960, año en que logró su independencia. Desde entonces, ha enfrentado múltiples episodios de inestabilidad política. En 2009, Rajoelina llegó al poder tras un golpe de Estado, renunció en 2013 y regresó al gobierno tras las elecciones de 2018.
Actualmente, Madagascar es uno de los países más pobres del mundo. Según el Banco Mundial, el 75% de sus 30 millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza. Además, solo un tercio de la población tiene acceso a electricidad, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional.


¿Qué sigue para Madagascar?
Aunque el Ejército ha prometido elecciones en un plazo de dos años, persiste la incertidumbre sobre el rumbo político del país. La ciudadanía, sin embargo, parece confiar en que este cambio represente el fin de una etapa marcada por la frustración social y el deterioro institucional.


La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de los acontecimientos, mientras Madagascar se enfrenta una vez más al desafío de reconstruir su democracia en medio de profundas desigualdades.

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