
«Fui prisionera del régimen respaldado por Estados Unidos de detención como inmigrante en México»
Esta es la historia de Belén Fernández, una periodista norteamericana, que en post de la verdad y de visibilizar al inmigrante fronterizo, las instituciones y la falibilidad de los programas gubernamentales, se infiltró en una caravana de migrantes y vivió en carne propia esta cruel y terrible realidad.
El 11 de julio de 2021, llegó en automóvil al Aeropuerto Internacional de Tapachula en el estado mexicano de Chiapas. Un título grandioso para el diminuto complejo y la pista excavada en medio de la vegetación tropical. Ubicado al oeste de la frontera de México con Guatemala. Que estaba destinado a ser el vuelo de regreso al estado vecino de Oaxaca, donde habría establecido una residencia accidental al comienzo de la pandemia el año anterior.
Belén habría venido a Tapachula durante cuatro días con un vago plan para escribir algo sobre los migrantes, de los cuales había muchos. Durante la excursión inicial al centro de la ciudad, la mujer que me sirvió jugo en un puesto del mercado informó que, de cada 10 personas hoy en día, cinco eran haitianos, tres eran cubanos u otra cosa, y dos eran chiapanecos o nativos de Chiapas.
Señalando el suelo más allá del puesto, comentó: «A veces por la noche parece un hotel por aquí con gente durmiendo por todas partes». Atormentada por una aversión casi neurótica a comportarse como un periodista, pasó el primer día conversando con la gente. Muchos afirman que hubiesen preferido estar en casa.

El libro narra de manera personal, el calvario que un inmigrante padece cuando es detenido en su camino a EEUU desde Guatemala, Honduras o México
“Pero, ¿No todos quieren estar en su propia casa?”: mientras, el interpelado, miró a un punto distante y se encogió de hombros con una sonrisa resignada. Este encogimiento de hombros, encapsula mejor la crueldad arbitraria de un mundo definido por fronteras. Que cualquier cosa que se puede escribir.
En su mayoría al inmigrante le hubiese gustado llegar a algún lugar en EEUU. Pero, en cambio terminan encarcelados durante meses días en la estación migratoria de Tapachula. Misma que está, notoriamente superpoblada y plagada de abusos.
Aunque gracias a la ironía consciente o involuntaria de un gobierno mexicano anterior habría sido bautizada como Siglo XXI, que significa. En el interior, aparentemente había contraído COVID. Al menos eso es lo que había deducido de la incapacidad para respirar durante varios días.
Finalmente, calculó que el tormento psicológico habría sido igual de malo o peor. Desde entonces habría solicitado asilo en México y ahora dormía indefinidamente en las calles de Tapachula a la espera de su próxima cita con la COMAR.
La Comisión Mexicana de Asistencia a los Refugiados, mientras también intentaba recuperar su cámara de video confiscada del oscuro vacío en el que habría sido desaparecida por el personal de inmigración.
Por supuesto, ya se sabe qué Siglo XXI es una instalación que figura en el sitio web del Global Detention Project, con sede en Ginebra, como que tiene estas «condiciones inadecuadas». Pero, además de padecer de baja temperatura. La instalación padece de no poseer acceso a agua potable, duchas y baños, acceso a Internet, acceso a teléfonos.
Un lugar con muchas carencias para atrapar migrantes
Carece de ropa de cama, espacio en celdas, provisión de alimentos, higiene, atención médica, hacinamiento, confinamiento solitario y protección contra lesiones físicas. En la sección «resultados» de la lista, las casillas correspondientes a «informes de muertes» e «informes de intentos de suicidio» están marcadas como «sí».
Siglo XXI, del que se indica que es el centro de detención de inmigrantes más grande de América Latina, es un «lugar secreto fuera del alcance del escrutinio público donde se confiscan teléfonos celulares y no se permite la entrada de periodistas».
Cuando mencioné Siglo XXI a los amigos con los que me alojaba en Tapachula, empleados de una organización de derechos de los inmigrantes, lo habían apodado «Atrapachula» basado en su servicio Y en sus propias palabras, se denomina, como un «bolígrafo imperial» y una trampa para los migrantes con destino a los Estados Unidos.
Reanudando mi estado de pánico en la trastienda del aeropuerto de Tapachula, había comenzado a dibujar notas sobre cómo volver a México por tierra desde Texas cuando, un oficial de migración me acompañó fuera del aeropuerto a una camioneta que me esperaba. Afirmando solo que, me llevarían a un centro migratorio donde mi «situación» sería «resuelta».
«¿Qué estás haciendo aquí?», preguntó divertido el agente y continuó expresando su opinión de que ciertamente sería deportada, pero que, no me preocupara, ¡sería gratis! Primero, sin embargo, mi situación tenía que ser resuelta. No recuerdo el momento exacto en que me di cuenta de dónde me llevaban. En cualquier caso, la epifanía se conserva para siempre en mi cuaderno como: «F ***. SIGLO XXI».
Este extracto es un resumen y análisis del primer capítulo de «Dentro de Siglo XXI. Encerrada en el centro de detención de inmigrantes más grande de México», un libro de la columnista de opinión Belén Fernández.
Un período en la cárcel Siglo XXI, en 2021. Es una visión exclusiva del aparato de detención de migrantes dictado por Estados Unidos en la frontera sur de México.