El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se enfrenta a una creciente oposición dentro y fuera de su país por la prolongación de la ofensiva militar contra el grupo islamista Hamás en la Franja de Gaza, que ha causado más de 10 mil muertos, en su mayoría civiles palestinos.
Netanyahu, que lleva 12 años en el poder, se encuentra en una situación política delicada, tras no lograr formar gobierno después de las elecciones del pasado 23 de septiembre, las cuartas en dos años. Además, está acusado de corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos diferentes, por los que se enfrenta a un juicio que podría costarle la cárcel.
La guerra con Hamás, que comenzó el 7 de octubre tras el lanzamiento de más de 1 mil 400 cohetes desde Gaza hacia Israel, fue vista por algunos como una maniobra de distracción y de búsqueda de apoyo popular por parte de Netanyahu.
Sin embargo, el conflicto ha generado también una fuerte división y polarización en la sociedad israelí, que se ha manifestado en protestas, disturbios y enfrentamientos entre judíos y árabes israelíes, que representan el 20% de la población.
Además, la ofensiva militar ha provocado el rechazo y la crítica de una parte de la opinión pública, que considera que la respuesta de Israel es desproporcionada y violatoria del derecho internacional humanitario. Según una encuesta realizada por el Instituto de Democracia de Israel, el 58% de los israelíes apoya el cese al fuego, mientras que el 35% se opone.
La respuesta dejo de ser reciproca y el ataque de Netanyahu contra Gaza produjo desgaste político y social
Netanyahu también se enfrenta a una creciente presión internacional para poner fin a la guerra con Hamás, que causa una grave crisis humanitaria en Gaza, donde más de 200.000 personas han tenido que abandonar sus hogares y donde escasean el agua, la electricidad y los medicamentos.
Aunque Estados Unidos, su principal aliado, ha mantenido un apoyo incondicional a Israel y ha bloqueado varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto al fuego, el presidente Joe Biden ha expresado en los últimos días su preocupación por las víctimas civiles y ha instado a Netanyahu a buscar una “desescalada significativa” del conflicto.
Por su parte, la Unión Europea, Rusia, China y varios países árabes y musulmanes han condenado los ataques israelíes y han exigido el fin de la violencia y el respeto a los derechos humanos. Asimismo, han reclamado la reanudación de las negociaciones de paz entre Israel y Palestina, basadas en la solución de dos Estados.
Netanyahu, que ha asegurado que continuará con la operación militar hasta lograr su objetivo de “restaurar la calma y la seguridad” en Israel, se encuentra así en una encrucijada, que podría determinar su futuro político y el de su país.
