Crisis de salud pública en la frontera por aguas residuales
Las aguas residuales sin tratar encontradas cerca de la frontera entre EEUU y México se consideran una "crisis de salud pública"

Una investigación revela que las aguas residuales que fluyen del río Tijuana al océano Pacífico contienen una mezcla de metales pesados y bacterias que afectan a las comunidades de ambos lados de la frontera.
Un problema que se arrastra y se agrava
La trama se desprende de una investigación realizada por la Universidad Estatal de San Diego, publicada esta semana. Esta revela que las aguas residuales que fluyen del río Tijuana al océano Pacífico contienen una mezcla de metales pesados y bacterias. Estas afectan a la salud y al medio ambiente de las comunidades de ambos lados de la frontera entre EEUU y México.
La investigación, analizó muestras de agua, aire y suelo tomadas entre 2019 y 2023. Y, encontró altos niveles de arsénico, plomo, mercurio, cadmio y cromo. Así como de E. coli, salmonella, shigella y hepatitis A, entre otros patógenos. La investigación calificó la situación como «una crisis de salud pública urgente».
El problema de las aguas residuales en la frontera no es nuevo, sino que se remonta a décadas, debido a la falta de infraestructura y de cooperación entre los dos países. Según la investigación, cada año se vierten alrededor de 14 mil millones de galones de aguas residuales sin tratar al río Tijuana.
Este, atraviesa la ciudad mexicana del mismo nombre y desemboca en el océano Pacífico, cerca de la ciudad estadounidense de Imperial Beach. El problema se ha agravado por el cambio climático. Que ha provocado tormentas más intensas y frecuentes, que arrastran más contaminación al río y al mar.

Un problema sin dueño, pero compartido entre los dos países
El problema de las aguas residuales en la frontera es un desafío que se comparte y se asume por los dos países. Quienes deben trabajar juntos para encontrar una solución integral y sostenible, que proteja la salud y el medio ambiente de las poblaciones afectadas.
Las aguas residuales comunes en la frontera también plantean la necesidad de invertir y mejorar la infraestructura y la gestión del agua. Tanto en el lado mexicano como en el estadounidense, para evitar que se siga contaminando el río y el océano, y para garantizar el acceso al agua potable y al saneamiento a las comunidades.