Wuhan terminó la cuarentena pero «con miedo»

El 25 de marzo China levantó la cuarentena masiva en toda la provincia de Hubei, excepto su capital, Wuhan, donde comenzó la pandemia de coronavirus. La ciudad de 11 millones de habitantes había quedado cerrada el 23 de enero, ante la evidencia de que los contagios comenzaban a rodar por el país y el mundo.
Pero si Wuhan fue el modelo que se impuso, en buena parte de las ciudades del mundo, su reapertura no muestra la más feliz de las imágenes en el espejo en el que parece que se tiene que mirar la humanidad urbana.
Del mismo modo que la clausura fue caótica, a las 2 de la mañana se anunció que se impondría a las 10: en esas ocho horas más de cinco millones de personas escaparon de Wuhan, la reapertura no se parece a la normalidad anterior.
No tanto porque 55.000 personas tenían preparados sus pasajes para salir en los trenes de las primeras horas del 8 de abril, al mismo tiempo que se comenzaron a formar largas filas de automóviles en los peajes de las autopistas de salida de la ciudad. Más bien se trata de una reapertura con gente traumatizada por haber vivido lo inimaginable, controles sin precedentes y reglas en constante cambio ante la posibilidad de una segunda ola de contagios impulsada por los portadores asintomáticos del SARS-CoV-2.
Wuhan es el punto más afectado por el coronavirus en China: concentra el 61% de los casos identificados en el país y el 77% del total nacional de muertes. Por eso mismo, “liberarla de la cuarentena mientras la pandemia sigue avanzando a nivel mundial conlleva un riesgo significativo pero es un hito crucial para el relato del gobierno chino de su triunfo sobre esta enfermedad mortal”, opinó The Wall Street Journal en una de sus publicaciones más reciente.
La amenaza latente de una segunda oleada de contagios y el gobierno Chino muestra un triunfo ante el mundo que pudo con la pandemia, pero aún queda el peligro para muchos ciudadanos en la ciudad de Wuhan.